Antes de que existieran las Torres do Allo, el primer pazo gallego; los investigadores sostienen la hipótesis de que muy cerca de allí pudo haber un castillo o torre vigía ubicada en lo alto de un cerro. Hoy en día apenas quedan rastros de su existencia, pero el nombre del otero, ‘Castelo Grande’, nos da una pista de que pudo ser precisamente allí donde se ubicaba esta fortificación perteneciente a la  Casa de Altamira.

Debuxo do Castelo do Allo • © José Manuel Yáñez.

 

Debuxo das Revoltas Irmandiñas.

 

En 1467, su patrimonio se vería amenazado con las Revueltas Irmandiñas, uno de los conflictos sociales más importantes de la Europa del siglo XV. Los continuos abusos de las grandes casas nobiliarias terminaron por provocar la sublevación del campesinado, la burguesía y la pequeña nobleza que lucharon contra los terratenientes derribando sus torres y castillos. Entre las 130 fortalezas que se cree que fueron destruidas por los irmandiños, se encontraban las Torres de Altamira (Brion), el Castillo de Vimianzo y probablemente el Castillo de O Allo, todos propiedad de los Moscoso.

La victoria de los Irmandiños no duraría mucho porque en 1469 la nobleza, que tuvo que huir a Castilla y Portugal, recuperó sus antiguas fortificaciones. Muchos de ellas van a ser reparadas o reconstruidas, incluso con la mano de obra de los sublevados/as, pero en 1480 una disposición de los Reyes Católicos, encaminada a limitar el poder de la nobleza gallega, ordena el «derribo» de las fortalezas reparadas tras la revuelta. El antiguo Castelo do Allo también pudo verse afectado por esta disposición. Lo cierto es que no nos ha llegado ninguna prueba constructiva de su existencia.

Debuxo dos Reis Católicos.

Por estas mismas fechas, una muchacha de la casa de Altamira, Berenguela de Moscoso, casada con Gómes de Riobóo Vilardefrancos, vasallo de los Moscoso, va a heredar las tierras de O Allo donde ya existía un edificio denominado en los documentos como «casa fuerte». Esta construcción ya seguía una lógica diferente a la de los castillos porque se ubicaba en una zona de fondo de valle, llana y rodeada de fértiles tierras de cultivo. Será el hijo de Berenguela, Alonso Gómez de Riobóo Vilardefrancos, quien iniciará la construcción de lo que ahora llamamos Torres do Allo, la que sería la Casa Riobóo durante quince generaciones.