Llegar a las Torres do Allo a través del robledal de entrada al pazo es un auténtico espectáculo para los sentidos. Una interminable sucesión de robles centenarios saluda nuestro paso a ambos lados del camino. La sensación de estar atravesando un emocionante túnel del tiempo nos acompaña con cada silueta mágica dibujada por las frondosas ramas. Una puerta natural, viva y misteriosa, que fue concebida casi como un viaje iniciático para alcanzar el sosiego necesario con el que contemplar la sobriedad del Pazo do Allo. Una avenida de robles por la que entramos en el siglo XXI y de la que salimos, llegando a las puertas del pazo, al siglo XV.

Robledal en invierno

 

Robledal en verano

 

El robledal del Allo fue diseñado por el naturalista de relevancia internacional Víctor López Seoane, dueño del pazo entre el 1870 e el 1900. Miembro de la Sociedad Española de Historia Natural y del Consello Provincial de Agricultura, Industria e Comercio; López Seoane fue un excepcional botánico del que destacan sus trabajos sobre plantas carnívoras. Esta vía de acceso al pazo sería ideada con motivo de la reciente inauguración de la carretera que une A Coruña y Fisterra, y que hoy en día es uno de los itinerarios más frecuentados para visitar la Costa da Morte. Está compuesta de robles que pueden tener cerca de 150 años y arces blancos, llamados comúnmente ‘falsos plátanos’. El impacto visual y sensorial que producen las luces y sombras que se proyectan al recorrerla nos prepara para disfrutar abiertamente del idílico entorno del Pazo do Allo.