Las Torres do Allo guardan muchas historias en su interior, pero también en el exterior. El entorno del Pazo do Allo conserva varias construcciones de cientos de años de antigüedad que servían para las distintas funciones de una organización social armónica y en estrecha relación con la naturaleza como eran las casas señoriales de la Galicia del siglo XVII. Dentro de la visita exterior, y conformando un conjunto etnográfico maravilloso, nos encontramos con molinos, cobertizos, fuentes, hórreos, un espléndido palomar, y las llamadas casas del Curro.

Gómes de Riobóo e Seixas, además de erigir la Torre Sur del pazo, promovió una importante remodelación de todo el entorno y una nueva organización de las tierras que favorecería su explotación agrícola. A partir de 1669, se construyeron en el Allo numerosos anexos y muros diseñados para dar soporte al nuevo impulso económico que protagonizó el señorío del pazo. Entre ellos se encontraban las catorce casas de los colonos situadas en los antiguos terrenos del corral, «del Curro». Estas serían las viviendas de los trabajadores de las tierras que incrementaron su número con las nuevas influencias hidalgas de la Casa de los Riobóo.