El soto del Allo constituye uno de los valores paisajísticos y naturales más destacados del entorno del pazo. Un frondoso bosque de castaños que supuso una verdadera reserva alimentaria cuando las castañas eran parte fundamental de la dieta de la población. Una castañeda que forma una reserva biológica para especies autóctonas de plantas e animales de todo tipo. Un lugar para disfrutar con calma en los días de calor bajo la tupida sombra de los árboles.

Los castaños son algo más que árboles hermosos y productivos. Forman parte inseparable de la cultura, de la historia y de la gastronomía del país. Antes de la llegada de la patata procedente de las Américas, la castaña constituía la base de la alimentación de cualquier persona en Galicia. Por eso es un producto de valor etnográfico cargado de leyendas y cuentos fantásticos. Alguna de estas historias mágicas dice que en los sotos hay tesoros escondidos pero que non se deben buscar pues cuando se encuentren vendrán desgracias y calamidades. Una leyenda similar ha inspirado una de las fiestas más divertidas del ayuntamiento que se celebra a finales de agosto: el Festival da Carballeira de Zas.

En las Torres do Allo, un soto de esta envergadura servía seguramente para algo más que para recoger los frutos. La madera noble del castaño se utilizó probablemente para la fabricación de los muebles de las habitaciones de todo el pazo. Salones, pasillos, despachos, alcobas, y otros aposentos estarían repletos de mobiliario de alta calidad elaborado a partir de los troncos de los árboles del soto del Allo.»